Esta situación tan peculiar que estamos viviendo, conocida y vivida (en cierta manera) por todos, trajo consigo muchas circunstancias que jamás pensamos que nos tocaría vivir. No solo experimentamos el dolor ante la pérdida de alguien querido, sino también el no poder acompañarlo en esos momentos, ni despedirnos de la manera en que estamos acostumbrados y/ o deseamos.
Aquí os dejamos un artículo muy interesante que describe de una manera sencilla estos acontecimientos que, lamentablemente, nos toca transitar en la actualidad.
ERICA LA FOSSO
Counselor y Psico-dramatista
.
El duelo (hacia la muerte de un ser querido) es aquella experiencia que todos atravesamos en
algún momento de la vida. Es aquella experiencia no deseada por nadie, pero de la que no se
puede escapar. Siempre viviremos la muerte de alguien cercano (o no tanto) que nos haga
pensar en el valor afectivo de aquello que hemos perdido.
Como experiencia, se puede adelantar..? Se puede posponer..? De qué experiencia
realmente hablamos..? Se trata de una experiencia real o quizá de una elaboración psíquica
que debe advenir?
En este marco de confinamiento hemos tenido que aceptar (desde la realidad impuesta) no
estar cerca de nuestros seres queridos y a la vez vivir momentos muy duros, incluso (algunos
de ellos) con desenlaces fatales. Hay manera de situar una pérdida de tal magnitud cuando
no hemos tenido las escenas necesarias (y suficientes) para desarrollar algo parecido a un
recuerdo…? Un recuerdo que nos conecte con ese momento donde acompañamos con una
caricia, cogimos una mano o cruzamos simples miradas. Todo se resume a una presencia que
no se ha tenido.
La situación con respecto al COVID 19, como experiencia social / colectiva del duelo, nos da
la posibilidad de visibilizar el tema, ya que tenía muy poco espacio social en la actualidad.
Existe cierta actitud moderna de rechazo a la muerte que ha dado lugar a la eliminación de
algunos ritos y ceremonias que estaban destinados a tratarla y a posibilitar el duelo.
Freud, escribe en 1915 (plena guerra mundial)” Consideraciones de la Guerra y la muerte” y
en este texto examina la actitud del hombre frente a la muerte, propia y ajena, ubicando la
imposibilidad de representarla en el inconsciente. Que significa esto..?
En el inconsciente se presentan dos actitudes reprimidas opuestas ante la muerte que chocan
y entran en conflicto, el reconocimiento y la negación. Freud propone levantar la represión
para darle a la muerte el lugar que corresponde, apelando a la antigua sentencia: “si quieres
soportar la vida, prepárate para la muerte”. En efecto, la tendencia a negar la muerte en el
transcurso de la vida trae consigo muchas renuncias y exclusiones. Me refiero a que ya desde
el inicio hay una dificultad sobre la experiencia de la muerte; y esto se agrava si además
estamos limitados en lo real para transitarla.
La pérdida real de algo o alguien produce un agujero, una falta que muchas veces las palabras
no pueden significar o nombrar. Se hace necesario reconstruirlo mediante una trama
simbólica, y vivenciar los ritos funerarios sería todo lo que se pueda hacer al respecto, de ahí
la importancia de su realización, para que el duelo pueda hacerse a nivel simbólico.
El detenimiento del duelo o atascamiento nos podría llevar a la eternización del dolor, por ello
creo que es importante, aunque en diferido, hacer aquellos ritos, ceremonias, en definitiva
–actos- que nos den la posibilidad de poner en escena algo de la despedida y
acompañamiento de aquella persona querida que no hemos tenido la posibilidad de hacer en
su momento. Cada uno encontrará la manera de hacerlo, cada uno encontrará aquello que
haga efecto de despedida.
Qué pasa con los niños…?
En muchas ocasiones, algunos padres me han transmitido sus dudas
con respecto a la conveniencia de que su hijo viese a un familiar muerto. De la misma manera
que hemos perdido estas ceremonias mencionadas anteriormente, hay una tendencia sobre
los niños: deben ser preservados de enterase sobre la muerte. Hoy saben, muy
tempranamente, que no los trae la cigüeña, pero cuando muere alguien querido se les dice
que esa persona fue a un lugar donde es muy feliz, negando la posibilidad de que el niño haga
una escena de esta pérdida.
Concluyendo, algunas veces podemos adelantarnos o prepararnos para una pérdida, pero
hasta que no es real no sabemos muy bien cómo situarla. Una vez que sucede, hay un tiempo
para adecuar esta falta a nuestro psiquismo y en lo real, aprender a vivir sin su presencia.
En esta actualidad llena de características y fenómenos sociales nunca antes transitados por
nosotros, es muy necesario que aquellos que han perdido un familiar, intenten construir
imaginariamente esa escena de despedida que faltó, o aquellas palabras no dichas y por
supuesto que se den todo el tiempo necesario, sin prisas, dando lugar al desgano y la tristeza
que supone el atravesamiento de un duelo.
Patricia E Montozzi
Psicóloga Clínica
Barcelona
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